Son las 10 de la noche en el Estadio San Carlos de Apoquindo, en Santiago. El frío literalmente aplasta a las 18 mil personas apostadas frente al imponente escenario principal, situado a un extremo de la cancha. La noche comienza a instalarse y la tímida respuesta de baile, al DJ de turno, muestra los últimos alientos de un preparado rave que las hace de calentamiento al plato fuerte de la noche.
Sobre el escenario, se pasean discretas mezclas de house, techno y dance. Según el line up, y en parte al respetable, la ovalada mesa principal, dispuesta a centímetros del proscenio y lista para el show del dúo de Manchester, debiera desenfundar en solo minutos. Pronto, la iluminada escenografía se va a negro. La oscuridad es total en las alturas del oriente santiaguino. De improviso, los gritos suenan a calma. El escenario se cubre de humo. Una atmósfera de psicodelia cae junto al loop de la inconfundible letra de Tomorrow Never Knows, de The Beatles.
En un bis eterno, la frase It is not leaving es la señal para el inicio del prometedor show. A los segundos, Hey Girl! Hey Boy! pone el cable a tierra y deja ver entre el humo a los embajadores de la electrónica inglesa sobre los controles. Es el primer golpe potente de la noche. El estadio precordillerano es prácticamente un campo de batalla que te mantiene los sentidos atentos en un 100%. The Chemical Brothers dispara sonidos desde el sofisticado escenario ante una multitud eufórica cual concierto de rock.
Pero lo que diferencia a The Chemical Brothers de un evento rockstars es el show tridimensional y anestesiante que presentan: arriba, interesantes pasajes de la iluminación juegan con los beats de unos entregados Ed Simons y Tom Rowlands. A sus espaldas, perfectas postales religiosas, iconoclastas y hasta políticas te roban unos segundos de atención. El aire se torna espeso y excitante. Los roces son frecuentes, sistemáticos y se mimetizan con los ritmos. El humo hace intermitentes los segundos y a ratos el dúo parece desaparecer. Todo, inteligentemente al son del sonido que ya va por el segundo tema de la noche, Get yourself high. El show es realmente potente. Perfectamente completo y a un nivel con nada que envidiar al Primer Mundo.